En esta madrugada.Hojas caídas se llenan en la instancia. 
                      Sobornando inútiles mi alma en cada páramo, 
                      sonando en el pasillo uniforme de la habitación. 
                      Entre el clic, y el ordenador imperito que se adueña 
                      de mis pensamientos en las tinieblas noctámbulas.
                      Lleno de paisajes mis rutinas, esperando que alguno de ellos 
                      cobre vida, pronuncie disparos entre los labios, y susurre 
                      melodías atenuadas por el síncope helado de 
                      los vientos. Pronto amanece en las horas que imagino el 
                      vacío entre mis dedos. Custodiando la tarea de idolatrar 
                      las íntimas concubinas 
                    No puedo sucumbir a este dolor. A este trasiego en la duermevela. 
                      El Ícaro se alza entre las fauces del león, 
                      rubrica con su firma un Dios en lo alto que sueña 
                      con lo bajo, lo terrenal. Dime ¿Es posible un juego 
                      de malabares entre distintas combinaciones?
                      Caemos y nos levantamos. Como el segundo. 
                      Corrompe el aire el abandono de los gestos.
                      El otoño ha llovido en este párrafo, las sangrías 
                      invernan.