Al principio pensó
que era una broma. Cogió el teléfono y solo
escuchó silencio.
“¿Cómo?”, preguntó el Presidente
de la Comunidad Autónoma de Aragón, en España.
Luego, la voz de su secretario le confirmó lo dicho.
Esperó y luego oyó al otro lado un Hello que
le heló la sangré.
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Mil cosas pasaron
por su mente: desde si necesitaría un traductor hasta
dónde encontrarlo con la rapidez debida, pasando por
una revisión mental de su vestuario, como si su interlocutor
lo fuera a juzgar por su traje o su corbata, cosa que, por
otra parte, sería difícil de mejorar o, al menos,
poderse pagar más caro.
Al otro lado de la línea, su interlocutor se presentó:
“Soy la presidenta de los Estados Unidos de América,
buenos días”, le dijo usando un inconfundible
acento mejicano con dejes colombianos que automáticamente
relajaron al presidente aragonés.
—Buenos días —respondió el presidente
extrañado, él, hablando con la primera mujer
que mandaba en los EE.UU.
—Le pido la máxima discreción, esta conversación
debe ser secreta, nos jugamos mucho para la paz mundial.
—Sí, sí, por supuesto —contestaba
sin entender su papel allí, intentando dilucidar, una
vez más, si aquella llamada sería alguna broma
de algún programa de radio mañanero—.
¿Qué puedo hacer por usted? —llegó
a añadir notando sudores de origen indeterminado y
cayendo inmediatamente en la cuenta de lo absurdo de la pregunta.
Como si la cuestión que le acababa de plantear al dirigente
del país más poderoso y rico del mundo no fuera
una mera formalidad, como si tuviera algún sentido.
—Sé que esto le resultara raro, pero ¿estarían
interesados en vender Teruel?
—Que si qué… —contestó el
presidente de Aragón dándole más peso
a la teoría de la broma.
—Sí, vender Teruel, la provincia de Teruel. Como
sin duda sabrá, la situación mundial con China
es insostenible. El imparable incremento demográfico
y la falta de mujeres en ese país amenazan la paz del
orbe y los informes de inteligencia dicen que la III Guerra
Mundial empezará pronto si China no consigue expandir
sus fronteras con diferentes colonias por el extranjero. Buscan
lugares habitables, claro, con climas no demasiado extremos
y que tengan una baja densidad de población. Nuestros
estudios han demostrado que Teruel es un lugar perfecto porque,
además, si no, ¿qué van a hacer ustedes
con Teruel?
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