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poema de Rosario Troncoso

UNAS MANOS QUE ABRIGUEN

 

Cuando empiezan a morir los amigos,
cuando ya no está la casa de antes
la que orientaba al sol
sus postigos y esquinas.

Cuando es distinta la calle en invierno
y la humedad se instala
irremediablemente
en el amor, la piel,
la voz y las paredes.

Tanta niebla, en cada día que viene.

Es la hora de buscar
unas manos que abriguen.
Las manos más calientes
aquí en medio del frío.
Una vez existieron.

Selección romantico poética de © Rosario Troncoso, preparada por la autora para la revista mis Repoelas:





Lejos de la piel


Unas manos que abriguen


Mil sombras repentinas


 


Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras