Cuando empiezan a morir los amigos,
cuando ya no está la casa de antes
la que orientaba al sol
sus postigos y esquinas.
Cuando es distinta la calle en invierno
y la humedad se instala
irremediablemente
en el amor, la piel,
la voz y las paredes.
Tanta niebla, en cada día que viene.
Es la hora de buscar
unas manos que abriguen.
Las manos más calientes
aquí en medio del frío.
Una vez existieron.