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Ciertamente
sería un ave emigrante
Que anida los corazones vespertinos
Y los muerde extrayendo su savia
En primavera me transferiría a los grandes relieves
de tus piernas
Donde cual roca fértil dormiría mi sosiego
Contra tu tembloroso sopor
Si yo fuera un ave de paso
Ciertamente sería la amante ansiosa
Que se alimenta de leche, pan y miel
Que extrae de tus entrañas generosas e inquietas
En verano nadaría en el mar de tu boca
Y tu lengua de fuego sería como las palas de un bote
a la deriva
Que reman hacía el angosto océano de mi inocencia
Si yo fuera un ave de paso
Perfilaría mi nido en tu cabeza
Para amarrarte con las transparentes cuerdas del amor
A merced de la locura y desesperación por mi soledad
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