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No
queda otra cosa entre los dos, que este silencio,
pesadilla infernal y un manantial repleto de recuerdos;
no queda más que un abismo de irrealizables sueños;
no queda más que un hilo imperceptible de corazones
rotos, unidos en la sombra fugaz del desencanto.
No queda otra cosa entre los dos, no queda nada
y sin embargo, intento prender un punzante cirio,
que se niega a alumbrar el camino de la dicha y la paz;
no queda nada más que el aferrarnos a la proa de un barco
que se hunde lentamente en la mar del desencanto. |