para Laura
She's my Coney Island Baby
Tom Waits
Arrimo mi hombro a tu cuerpo para que “también
por mí” vayan las hormigas.
-Eso dijiste. Así fue tu principio, no brotaste
de la costilla de neón rosa de Adán,
sino que naciste de mí como una extrema solidaridad.
Pronto estábamos en la mañana como un
grupo que hace tai chi en un parque.
Nuestros cuerpos eran sencillos
y realizábamos movimientos repetitivos para obtener
un alma.
Se celebró tu infancia
y yo quise llegar al fondo de “aquello”
colocándome una acreditación de poeta
para entrar.
Los poetas éramos un grupo de académicos
que no habían terminado los estudios
y por eso en lugar de pajarita llevábamos una
larva debajo de la nuez.
En aquellos tiempos ser moderno consistía netamente
en la ironía.
(Por ejemplo si algo nos dolía o hacía
mucho daño
procurábamos siempre aún así sonreír.)
Y tú fuiste el objeto
-Dear little you, I'm so sorrowful sorry,
culpable como un viento de primavera en una flor de
plástico-:
Nos pintamos los labios y comenzamos
a besar tus cuadernos escolares tan sólo con
el labio superior,
sellando así tu inocencia con algo parecido a
un bigote.
Yo le hablé con crueldad
a la niña que eras. Dije -Snow White,
hoy vas a oír un cuento de verdad:
Cuando la princesa besó al sapo, éste
se convirtió en un príncipe,
cuando la princesa besó al príncipe, éste
se convirtió en dos príncipes
y cuando la princesa besó azorada a los dos príncipes,
todos juntos se convirtieron en un solo muerto.
Te dije que los terremotos eran el modo que tenía
Dios
para mecer las cunas de los huérfanos.
Porque andaba mothertheless por el mundo y te regalé
versos que te hicieron llorar.
Pero tampoco tu llanto podía hacerme abdicar
de mi nueva mirada deportiva:
en nuestra institución había un pinball
y yo te pregunté: -Y cuando las lágrimas
atraviesan tu rostro
y pasan justo sobre tus lunares... ¿recibes puntos?,
dime, Snow White...
Pero Snow White no me dejó continuar.
Snow White me cogió de la mano y me enseñó
a
escribir versos cuyo ancho era irregular como los cuerpos
de las lombrices,
a pintarle de rojo las uñas a la mano de oro
del viejo llamador si era verano
o vestirla de un guante si hacía frío.
Snow White me llevó
al mediodía de un mar cubierto de infinitos y
rojos bombos chinos.
Y cuando un día de marzo se derritió la
nieve de la calle,
Snow White me enseñó la calavera del muñeco
de nieve.
Snow White me dijo que la mujer con las dos piernas
ortopédicas era una sirena.
Porque Snow White era una niña que decía
¡Dios salve a la reina del panal! antes de comerse
la cucharada de miel.
Y cuando los pájaros veían a Snow White,
decían lindascosaslindascosas.
Snow White, Snow White, the little men have come to
say littleiloveyou.