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Y
por fin llega la noche
seductora
apasionada
y con ella el silencio.
Sus tenues matices alumbran tu desvelo.
Intentas saciar tu sed
en las traslúcidas aguas de tu desconsuelo
tu sed de lucha, de venganza
es insaciable
te empuja hacia la sanguinaria destrucción
de tus sentidos
al derrumbamiento de tu espíritu
que ya agoniza.
Me buscas en la vigilia de tu última batalla.
Vienes hacia mí
blandiendo la espada del rencor
esgrimiendo tu honor mancillado
por el engaño
mostrando las vetustas heridas del tiempo
enarbolando la bandera de la ofuscación.
Estamos todos inmersos en la miseria del mundo
asolados por el cataclismo de la existencia
-el exilio involuntario de la vida anegada en llanto-.
Pero tú vienes a mí
desdoblado en ejércitos
y buscas tu reflejo en la huella de mi sombra.
Me necesitas para alimentar tu ira
fomentar tus miedos
tus desengaños.
Me necesitas para odiar
para aniquilar
también para amar.
Muestras con orgullo tus glorias y trofeos
tus medallas salpicadas con sangre
tu yelmo que esconde las lágrimas
y el desaliento de la humanidad.
Vienes en mi busca
siento tus heridas en mi piel
tu dolor será ya el mío para siempre.
Me encuentras en la vigilia de tu última batalla
me miras de frente
los dos reflejados
el uno en el otro
encañonas mi alma
me ofreces la muerte.
Los dos hermanados
por el mismo vientre
los dos enfrentados
a la misma suerte
me miras de frente
encañonas mi alma
me ofreces la muerte.
Mi muerte será ya la tuya
para siempre.
Dispárame
dispárate
dispara.
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