Cuando está todo perdido,
solo podemos caminar
mirando a lo imposible.
No nos queda tiempo
para la melancolía.
Tenemos todo
el presente por delante.
CUANDO
MIS CROMOSOMAS
Cuando mis cromosomas optaron por la
xy,
afuera me dieron un altavoz
y un escalón de cinco centímetros
sobre las niñas que me rodeaban.
Me pusieron a caminar con una malla de mujeres mudas
que alimentaban y cuidaban de mis brazos
y mi sonrisa, y que depositaban su oxígeno
en los surcos donde se posarían mis pies.
Yo también construí con saliva esa carcasa;
con los trayectos repetidos,
con el lenguaje manoseado,
con las miradas cómplices, las risas ignorantes,
los silencios cobardes, la pasividad gomosa.
Yo mismo me apoyé cómodamente
en la amalgama uniformada de cuerpos
que atendía dócil mis carencias.
Yo mismo corrí por ese sendero desbrozado
por convencionalismos y privilegios
mientras se apilaban obstáculos en su vereda.
Y hoy puedo ver
que las marcas de estas uñas
también llevan mi nombre,
que mi piel también arropa
la violencia del patriarcado.