| 
                Derribar 
                    grúas de manos de hierro  
                    y recoger la chatarra 
                    que ellas cambian de lugar 
                    y barrer el óxido del puerto. 
                    Y hacer montañas en tinte de caoba, 
                    eliminar la basura tóxica que necrosa cuerpos. 
                    Vaciar barcos y raspar la herrumbre acumulada 
                    en los costados. 
                    Y arrollar,  
                    arrollar las cubiertas de popa a proa 
                    para expulsar virutas hirientes de metal. 
                    Enviar a cementerios anti-nucleares  
                    en “containers” herméticos 
                    los restos de morralla, 
                    lejos del agua imberbe  
                    y a la vez precoz  
                    porque es agua que copula  
                    que se aparea indolente con la marea de gasoil. 
                    Y penetrar en los navíos, 
                    bajar a las bodegas umbrías, 
                    vaciar barcos herrumbrosos,  
                    mirar, mirar por la escotilla desde una rendija semi-abierta, 
                    distinguir entonces el puesto de mando, 
                    y ver como se dibuja un mundo. 
                    
                     
                    |