Se cae a pedazos
pero a todos nos da igual,
porque seguimos ocupados
viéndonos el ombligo,
alisándonos el pelo,
mirando el resultado del partido.
Se retuerce,
creo que está muriendo.
Asistimos al funeral
con ropas de estreno,
las uñas pintadas de negro
y los lentes oscuros
ocultando
tanta lágrima enmohecida
por el alma enferma
de codicia
y egoísmo.