Mátame la muerte y las tesis,
por el momento, revélate ante mí
con escotes de suerte echada
y dos o tres miradas tortuosas
de pura necesidad.
Estáncate en mi dorso,
come pan y tasa tu dolor
sobre el frío y el calor
que emana este cuerpo perdido
por motivos de S.L y S.A.
Mata el crimen ordinario,
la comida que no necesito,
el oxígeno refrigerado
y el agua estancada
en el medio de la Tierra…
Precisa tu alma en una meta diferente,
comparte tu vida más allá del sol,
nútrete de savia irreprochable
y silva tus necedades de ser imperfecto
cuando tu afligido semblante
sepa que la vejez llama a la puerta
justo una hora antes de sucumbir.