Aunque sé que tú ya no estás, no
importa.
Yo seguiré dándote en voz alta
las buenas noches,
esperando tu mano en mi mejilla
y la seguridad
y la taza de café, como siempre y
tu beso como nunca,
Y el dolor ya bien lejos,
allá donde los malos sueños mueren.
Cómo se atreve
el día a amanecer
sin ti.