Como barca con una vía,
insegura fuera de puerto:
la voz descompuesta,
la mirada descompuesta,
la cara descompuesta,
las facciones descompuestas;
ajada y maltrecha
a las puertas de un templo,
y un rictus de destemplanza
que le envuelve en misterio.
Tiene el color macilento
y empobrecido de la tarde,
como niña ajada
en el cuerpo de una mujer
zarandeada por la vida.
Un cartón mal rotulado,
quizás por manos ajenas,
es la novela que muestra su vida
a las puertas del templo…
Ni siquiera se priva de las privaciones,
se desencadenan solas.
Su voz y su cuerpo,
en silencio, vocean sus desdichas
y lo certifica su figura descompuesta.