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CUENTOS Y RELATOS

 

EL ASESINATO DEL CONDE

      - Detective, de entre todos los sospechosos ¿cómo supo que el mayordomo era el asesino del Conde?
      - Verá, lo cierto es que conocíamos su historial, de joven estuvo implicado en varias trifulcas y peleas. El tipo era una joya. Además, averiguamos que antes que aquí, trabajó cinco años en casa de los Worthington, donde los Señores decidieron despedirle tras denunciar la desaparición de una valiosa daga con empuñadura de oro que había pertenecido a la familia desde hacía generaciones.
      - ¿Y acaso esa daga fue el arma homicida?
      - Nada de eso, todo indica que la víctima murió asfixiada.

    - Y entonces, ¿cuál es la relación de la desaparición de ese objeto con este caso?
      - Pues que localizamos la daga en el despacho del Conde. Al parecer el mayordomo la encontró antes, y culpó al Conde de la falsa acusación que provocó el despido de su anterior trabajo. Cuando le mostramos las pruebas se derrumbó y confesó: él mayordomo le mató.
      - Detective, al final ha resuelto usted de manera magistral este caso tan polémico e intrincado, casi se podría hacer una película.
      - Hombre, tanto como una película no creo, como mucho un microrrelato.

NI POR TODO EL ORO DEL MUNDO

Los habitantes del pueblo lo tenían claro, ni por todo el oro del mundo dejarían que nada, ni nadie estropeara o cambiara su bonita ermita, de la que aseguraban era una joya de la arquitectura románica, la mejor conservada de toda la comarca. Semanas antes de la votación en la que decidirían sobre su futuro, según se comentaba en el bar, el resultado parecía que sería claro.
Pero en los días previos al plebiscito, Raúl, el pescadero, apareció con un bonito coche deportivo nuevo; María, la costurera, presumía antes sus clientas, de su nueva pulsera de plata de ley a juego con unos pendientes; Marcos, el abogado, estrenaba orgulloso su nuevo traje de diseño italiano… incluso Luis, el panadero, sorprendió a todos cuando comentó que, en unos días, viajaría a Turquía a poner solución de una vez por todas a su problema de alopecia.
Fueron tantos cambios, que el día de la votación, mucha gente se olvidó de acudir y cuando se conoció el resultado y se supo que su ermita se convertiría en un hotel de lujo, nadie pareció darle mayor importancia. Al fin y al cabo, solo era un cambio más.
CONFIANZA
 

      - Y cuando desenterramos el cofre y lo abrimos no encontraron ni joyas, ni oro, ni diamantes. Algo no cuadraba, el mapa no dejaba lugar a dudas, ese era el lugar y nadie más que nosotros lo conocía. De hecho, lo cierto es que el cofre había aparecido según lo indicado, vacío eso sí, pero allí estaba. Entonces recuerdo como mi amigo me puso la mano en la espalda y me dijo: «No pasa nada, al menos lo hemos pasado muy bien y nos hemos divertido». Y entonces me di cuenta de que el verdadero tesoro que habíamos descubierto era nuestra amistad.
      - Pero entonces que pasó después, capitán.
      - Pues que semanas más tarde, el muy cabrón se compró un barco nuevo y además le cacé acostándose con mi mujer. Decidí darle su merecido y por eso ahora le llaman “Willy el Tuerto”. Pero después de aquello yo ya nunca más volví a confiar en nadie. Por eso, cuando usted me pide que me relaje, y me asegura que no notaré nada, tengo serías dudas. Puede que usted lo haya hecho muchas veces, pero para mi es mi primer tacto rectal, Doctor.

Relatos presentados al concurso de Microrrelatos “Carmen Alborch” de Fundación Montemadrid.

Relatos y microrrelatos de Mikel Hervás:


Sol radiante


Destino


Confianza






Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras