NO
SOMOS OLVIDO
Unto las manos de un muerto en el porvenir de las memorias
y la casa de la conciencia tirita como un perro friolento.
No pronuncio el olvido en ningún lugar de mi patria,
porque nada de tenemos más sucio hoy
que el aire que se nos ventila en los pasillos.
Porque quiero que la sopa vuelva a ser sopa,
que el mar se limpie y sea mar como siempre,
que los viejos uniformes deletreen sus culpas
y la rosa cansada se inmortalice en los recuerdos.
Por eso, no somos olvido en ningún cementerio,
en ninguna fosa, en ningún calendario,
en ningún homenaje póstumo al rostro anónimo,
en ningún réquiem que se haga a las palomas de
la gloria.
Así, recogemos los restos de lágrimas
que deambulan echadas en el hombro de la tristeza
y en cada noche profunda y solitaria,
inclino mi voz ante el abanico de huesos
que nos obsequió el odio de los instintos,
y volvemos a llorar, inmensamente, como niños muriendo.
Nuevamente vamos terminando el recorrido,
ese donde me recuesto con un puñado de fotografías
en blanco y negro,
ese donde pronuncio el nombre desde una lista ya borrosa,
ese donde vuelvo a encontrar a los amigos tan lejos de esta
vida,
pero inmediatamente aceptados por la victoria. |