PRIMERA
HUELGA DEL POETA
Un día, el sindicato popular de los poetas,
decretará el paro definitivo de toda obra.
Entre los petitorios y demandas se encontrarán,
el justo salario por cada página publicada,
invitaciones y gastos pagados a encuentros con las estrellas,
pan blando para toda su familia multiplicada
(nótese y hágase presente lo de multiplicada,
porque cada poeta sueña con tener cien hijos),
vacaciones anuales en un planeta a elección.
Sin embargo estamos concientes de que la manifestación
puede tener algunas nefastas consecuencias:
No se dejará palabra despierta en los suburbios,
cortaremos la comunicación de cada corazón humano,
le quitaremos la sonrisa al amor repartido en anchos besos.
Un día no nos quedarán más alternativas
que esta acción de choque,
a la que de seguro adscribirán perros, gatos
y copas que se inclinaron al cielo en una noche de invierno,
y nos haremos fuertes, paralizaremos al mundo,
bajaremos los precios de las esperanzas,
aún en el papel más ordinario de los existentes,
disminuiremos el impuesto a la alegría
y por fin cada escritor tendrá donde caerse muerto.
Todo porque el poeta es vigía de los vientos nuevos
y así, no hay cometa que alumbre más
que un verso recitado de memoria por un niño |