Olías a fresa, a hierbabuena
                      tus labios eran frescos como la menta
                      tus ojos como un bosque frondoso 
                      son para mí, el refugio en donde guarecerme 
                      del chaparrón de la ingrata soledad.
                      Los encuentro cuando buceo en las burbujas del olvido,
                      de tu olvido que yo sustituyo con la cara amable de la nostalgia.
                      Siento nostalgia de tu suave piel aterciopelada
                      de aquel trébol que lucías en tus cabellos 
                      a modo de esmeralda
                      de tu vestido de arco iris que sacaste del cielo de tu armario
                      aquella tarde de verano.
                      Chica preciosa de guateque 
                      ¡Cuán feliz me hiciste
                      entre limonadas y las guindas de tus besos
                      con tus lindos movimientos 
                      al son de guitarras eléctricas y coros yeyés
                      cuán feliz me hiciste!
                      Fuiste mi chica preferida aquella tarde
                      y lo fuiste para siempre.
                      Inolvidable fue el vuelo de tu vestido
                      inolvidable la cinta verde de tu pelo. 
                      Eras la Diosa de la naturaleza 
                      eras un hada con la varita mágica
                      del candor convertido en excelsa belleza.
                      Tu salvaje inocencia me embebió 
                      aquella tarde de guateque del 65.
                      ¿Qué habrá sido de ti, mi bella chica 
                      yeyé?
                      Jamás te volví a ver
                      pienso que quizás fuiste un sueño
                      la chica de mis sueños hecha realidad 
                      durante unas celestiales horas.
                      El guateque terminó, tú desapareciste
                      y en mi corazón te quedaste 
                      como fragante madreselva
                      trepando sobre mi corazón. 
                      Y mi alma, quedó prendida para siempre
                      en tus ojos, en tus cabellos, en tu arco iris, 
                      en tu trébol esmeralda, en aquella tarde de guateque…
                      Ya me encuentro en el ocaso de mi vida
                      ¿Y tú? ¿Cómo será tu 
                      ocaso? 
                      No lo puedo imaginar o sí…
                      Puede que el trébol de tu pelo
                      sea como polvo de estrellas,
                      puede que el bosque de tus ojos
                      ahora sea un Paraíso en blanco y negro,
                      puede que tu vestido de aro iris
                      sea ahora un camisón tejido con cenizas de colores,
                      puede que tu aterciopelada piel 
                      sea un pergamino escrito con las guindas de tus besos.
                      Para mí, siempre serás mi chica yeyé 
                      
                      ayer, ahora y siempre.
                      Mi eterna y amada chica yeyé.
                      Aquella tarde de guateque no comprendí
                      que tu flequillo partido en dos
                      era la señal de que nuestros caminos 
                      se separarían para siempre.
                      En mi corazón jamás.