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CUENTOS Y RELATOS

 

DE SU NOVELA : SU ÚLTIMO VIAJE

Finalista del XII Premio de Novela Fernando Lara (Araña Editorial, 2009):
En el Infierno – poema extraído del Capítulo “Paris, primavera de 1.679”

Entrelazados,
fusionados,
en el gran baile cósmico
de la aspiración.

Amantes supremos
desde altos planos.
Llamas de fuego
en éste,
transmutándose
en libres y eternos.

Tiernos,
Místicos,
Amantes

Parte II – En el Infierno – texto extraído del Capítulo “Paris, tres días después

… Claude estaba ya tan próximo a ella que casi podía sentir su pulso, su latido. Ahora más que nunca tenía que estar junto a él. Alentada por encontrarse cuanto antes con su amado, Margarita Elena había olvidado ya el ultraje y los malos tratos de Henri. No le guardaba ningún rencor, le había perdonado. Ella sabía que su esposo era un hombre de buen corazón que había perdido el juicio, y su malestar se acrecentaba pensando en qué sería de él después de su huida. De nada servía que ella le hubiese perdonado, porque conocía a su esposo y sabía que él no sería capaz de perdonarse a sí mismo. Sabía que su alma no iba a encontrar la paz después de lo sucedido. Henri había entrado en las profundidades del infierno. Había perdido de un solo golpe a su mejor amigo y a su amada esposa. ¿Cómo iba a terminar todo esto? ¿Qué iba a ser de Henri? Su profundo pesar se hizo casi insoportable. Una profunda presión en el pecho la oprimía y casi no podía respirar. Recorrió las cortinillas. Necesitaba aire. El agua impetuosa empezó a deslizarse por los goznes de la ventanilla y en unos segundos todo su rostro y su pecho estaban empapados. Con dificultad pudo ver que habían salido de París y cruzaban las grandes choperas que bordeaban el río. Quedaban unas pocas leguas para reunirse con Claude. Abatida, cerró con fuerza la ventanilla y, en unos breves instantes, se vio a sí misma rodeada de belleza y a la vez de intriga y de peligros. Se puso a orar suplicando al cielo que la tormenta cesase. Pero sus palabras no parecían tener eco. Los truenos y los relámpagos se sucedían sin pausa, y los gritos del cochero por controlar los caballos llegaban a sus oídos como agudas punzadas de un instrumento cortante. Los caballos se habían desbocado y corrían frenéticos, aterrorizados por la tormenta.

De pronto, un fuerte impacto, y todo cesó. La lluvia, la tormenta. Ni un solo ruido, ni un solo bramido de los caballos, nada, absolutamente nada a su alrededor, ni tierra, ni cielo. Sólo una espesa y dulce bruma como una gran nube blanca que envolvía todo. ¿Qué había sucedido? ¿Dónde se encontraba? Sus vestidos ya no estaban empapados, ni su rostro mojado. No lo entendía. Cerró los ojos y, con un ademán preciso, agitó su cabeza como queriendo salir de un sueño, o mejor dicho, de una pesadilla. Sus cabellos largos y dorados besaron su cara de nuevo; y una fuerza apacible empezó a atraerla hacia una especie de túnel luminoso en el que se dibujaban, en el fondo, varias figuras humanas nimbadas de una intensa luz blanca.

Textos de Emi Zanón para la revista mis Repoelas:

La voz blanca ~ : ~ Su último viaje ~ : ~ yámana, tierra del fuego

metacuentos ~ : ~ dayal, miradas al interior ~ : ~ Mundo subatómico


(Todas las obras se encuentran protegidas por los Derechos de Autor)


Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras