La carne tenía una pinta exquisita y después
de añadirle una copita de vino de Jerez el olor era
ya sublime. Julián entró a la cocina para saludarla:
-Hola abuela…mmm, que pinta tiene eso…
-¿Que tal hijo? Cuanto tiempo sin verte, y que guapo
estás. ¿Qué tal te va todo?
-Pues bueno… la semana que viene me voy a Alemania,
porque aquí no hay trabajo.
Ella se quedó en silencio. El cocido chisporroteaba
en la cazuela.
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-¿Estas bien abuela?-pregunto Julián, preocupado.
-Si hijo, es que… es curioso, siempre te he dicho que
tienes los ojos de tu abuelo, y ahora, también vas
a seguir sus pasos, lo que es la vida…-Dijo ella removiendo
con la cuchara de palo. Una lágrima se deslizó
por su mejilla hasta el fondo de la cazuela.-Bueno, avisa
a los demás, la cena está lista .
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