DEMONIA
IMPÁVIDA
Demonia impávida, me tienes
aserrinado el juicio,
los jugos descordados,
la vociferación apenas de delgada
traslucida.
Y yo te adobo en homenaje
lo que suenan las flautas
en páramos del cuerpo,
la solución de los enigmas
matemáticos locos
del segundo.
En los relojes ardo de tu espera.
Rompo de la serenidad
agua perfecta
para bañarte toda. ¿Dónde dejaste el
corazón
que me saqueaste apenas con la lengua
de sirena extasiada
cuando me descuidé?
Hoy reconcentro fuerzas, temo
lo próximo en la tarde que te encuentre,
porque sé que al igual
que este momento bruto
perseguiré tu huella,
olfato atento y diente alerta,
para dejarme morir de nuevo en
donde ya sabes tú. |