RECORDAR
NO ES VIVIR
Estoy sentado en el último hervor de la plaza
y quiero arañar el recuerdo de lo que fue:
mujer hechizadóron, brujera y magíca:
en realidad es que no he querido olvidecerte:
extraño la frescura de las ventanas,
las brochas en la pared,
tus retratos de perfil con su ángel feis.
Extraño las familias políticas
y un poco también el color del mundo
visto desde tus ojos
y transmitido en vivo por la vía de tu voz.
Si todo era placer con el ombligo al viento,
si era todo vaso derrochando,
si canción:
Has pasado a veces como un fantasma,
a veces has sido otra mujer entre mis brazos.
Pude haberte perseguido mar a mar,
te pude haber robado de tu casa
o engañar a tus padres como si fueran naranjas.
Sé que era un desastre con la ropa,
que me pasaba las horas buscándote una táctica
adecuada
y mientras tanto algún jesús, algún alberto,
caminaba contigo por las calles de Montoro.
Eramos pocos en la organización de círculos
y no podía atender el terreno de tus labios.
Pero, ¿qué querías?: ¿que dejara
de alzar ese grano de arena que podía?
Había que hacer algo por nosotros:
el país hundido en tenebrosos discursos oficiales
sobrevivía de cantarle a los turistas.
El país era solamente famoso en producción
de nosequés y que-se-yós
y el amor volteaba a verte. ¿Dónde estás
mujer que te aprendiste la casa de memoria? ¿Dónde
se perdió tu voz
con la esfera que traía rodando hasta mi oído?
Buscar tu cara en esa escuela era el miedo:
eso que te dije que el amor es un apretón en el estómago,
una angustia de hígado,
un latir de corazón ante el futuro.
Mujer, en esta misma plaza están tus ojos.
En la misma tarde de tus cartas me ha saltado el recuerdo.
Hoy solamente puedo decirte
que la tierra nos da verde para ponerle a las banderas,
que un beso va más allá de lo que sabe una boca,
que cuando despiertes habrá cielo todavía
y me escribirás cosas con muchos colores por mirarle.
Tal vez le falta tu mano a esta plaza.
No te olvides de mí
y una última recomendación: no te portes mal con
mamá. |