Sin ningún orden aparente
pero el día sigue pasando sobre las cosas.
Muchos ríos que cruzar, algo así,
la soledad es diferente.
Quise abrazarte, lo reconozco.
Ahora apenas nos dedican unos minutos.
Nos conformamos con muy poco:
la cena se enfría en la mesa
mientras la radio hace sus juegos de palabras.
Qué es ese hilo de sol en el balcón,
el atardecer diminuto como una araña.
Todo lentísimo,
parecido a un cuerpo en un quirófano.
Nunca hay tiempo para volver a empezar,
el principio es un coche desguazado
o una casa que ya no recuerdas.
Puedes probar en los pasillos de los supermercados
aunque no creo que reconozcas nada.