Después de todo, no estamos tan solos
como el clima hacía presagiar.
Los husos horarios siguen haciendo su trabajo
y las llamadas telefónicas son más duras
cuando llega la noche.
Es cierto, han bajado las temperaturas
y la vista desde el balcón nunca es simétrica.
Cuando busco el mar
lo más parecido que encuentro
es una fotografía de un niño
llevándose la mano a la boca.
Todo es una cuestión de perspectiva.
Si cierro la persiana
dirías que ya estamos en invierno.
No importa que haya luz en la ventana,
las cosas siempre acaban precipitando.