Microrrelato:
ABRO LA PUERTA |
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Estoy en el jardín
de mi casa. Dispongo las palabras de manera que fluyan hacia
una imagen nítida y completa. El recorrido de mi mente
es semejante a un partido de tenis contra uno mismo. Si gana
el ambicioso, tendré un relato efímero. Si el
paciente, un cuento millonario. Pero he aquí que el
árbitro me tapa los ojos: a ciegas, descubro que yo
no soy yo y que el relato que escribo se escribe solo. Estoy
en el jardín de una casa que desconozco. Abro la puerta.
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Microrrelato:
¿SERÉ YO MÍO? |
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No vengas conmigo, podrían
hacerte daño, le aconsejo. ¿Y a ti?, pregunta
ella. Yo soy invulnerable, ¿no ves que esta tierra es
de mi cosecha, que el hombre que nos persigue es mi personaje,
que su ronco gemido lo han lanzado mis palabras? Aún
así, tengo miedo, me dice. Y veo mi sombra en sus ojos
asustados. ¿Será ella mía también?
¿Me pertenezco yo a mí mismo? |
Microrrelato:
PERO HAS DE CERRAR LOS OJOS |
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Tengo una historia que contarte, pero has de cerrar
los ojos. Nos tumbamos en el lecho de un río seco. Se
oyen los chillidos alegres de las golondrinas. Nuestros corazones
fluyen por las veredas blancas del cielo. El sol nos acoge en
sus haldas amarillas. Hay una paz nutritiva y reproductora:
cuanto más la acogemos, más nos regala. Abre ya
los ojos. Tus pupilas parecen distintas. Tus manos me rozan
suavemente. Tiemblo de gozo. Tengo una historia que contarte. |
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