¡AMAR es tan difícil!
Y más cuando llegamos a viejas. Yo, que he hecho
juegos malabares con tantas flores, me veo reflejada en
el espejo del mar: entre amor y muerte fluyen el deseo de
palabras, el devenir violento de la lluvia en los mapas
de la memoria. Mas, ¿qué es más importante:
el amor o la persona que se ama? ¿Atis, Anactoria,
Adriana, Cleis, Glotis? ¿Faón? No, siempre
preferí las mujeres. La fuerza seductora de sus lenguas
en mis labios no me era indiferente. Ahora, heme aquí
agarrada a mi muerte como a un promontorio, como a una fuga
hacia el morir. En el futuro, preguntarán por mi
muerte, inventarán mentiras fáciles y sólo
he de decir: «si
se investigaran muchos suicidios resultarían ser
asesinatos inducidos». Si no que se lo
pregunten a Marina.