SIEMPRE que se escapa de un laberinto
se entra en otro.
Huiste del laberinto de SAL para conocer el académico
(aunque en realidad fuesen el mismo). ¿Te pierdes
ahora entre pupitres, pinceles y lápices? No. Si.
No sabes. Si yo misma no sé donde estoy, ¿tendrías
que saberlo tú? Cada laberinto tiene su propio plan,
su Bestia, su Ariadna y su Teseo. Pero en el fondo sabemos
que nosotras mismas los construimos. Esa torre de piedra
y ese/a sable/arena en campos de sinople no te protegerán
del miedo ni de la bestia. Mas si dibujas una mujer llorando
estarás en un laberinto de lluvia; si dibuja el mar,
entonces estás dentro del laberinto de SAL, ese que
nunca debiste abandonar o tal vez sí, porque un ulises
que sueña cuestiones sin solución, ríos
que fluyen del mar a las montañas, no puede ser un
buen maestro, debe estar perdido entre lucios, retenidas
y vueltas de periquillos, no puede ser más que un
temible vate, pues el verdadero conocimiento, como el sentimiento,
termina donde empezó.