Todo comienza la tarde de un sábado, trece
mil setecientos millones de años
antes del ser.
Fue necesario instalar y orientar nebulosas
en la azotea y en flor reconocer que apagamos por ti
-¿no lo recuerdas?- la noche
al comenzar a encenderte los ríos
que seguirán a la piel de los verbos
no transparentes.
Los
planes
del universo, y los nuestros, te implican, estáis
desde el principio. No temas
las sensaciones del nido y la pirografía
del algodón y su ombligo.
El firmamento se viste por ti
con canesú
luego traerá el vegetal en las cumbres.