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                ¿Qué 
                  sabes tú de la vida si has permanecido ausente de ella? 
                  Te fuiste de esa infancia anómala, que no quieres ni 
                  recordar y la evitas. 
                  Evades a todos aquellos que te recuerdan este triste pasaje 
                  vital… 
                  Los dejaste, apartándote, huyendo; haciendo largos silencios 
                  y espacios. 
                  No querías mirarte en el espejo de lo que fue esa vida 
                  prestada y de embuste… 
                  Pero, vano fue el intento, porque la soledad en compañía 
                  te sigue y seguirá. 
                  ¡Para conocer la vida hay que saber qué, la que 
                  vivimos, es la nuestra! 
                  ¿Qué sabes tú de la vida, sí hiciste 
                  casa aparte, al igual que tus otros? 
                  No querías recordar esas largas soledades y las tristezas 
                  de las dulces y 
                  compungidas caras materna, llena de cicatrices que se repiten 
                  en tus entornos 
                  como el Sello de lo que hacen las hombrías de los que 
                  se anidaron en un 
                  vientre lleno de sumisión y atavismo, para contentar 
                  a uno y vulnerar a otros. 
                  ¿Qué sabes tú de esa vida, si la rechazas 
                  en vez de abrazarla y verla de frente? 
                  ¡No se puede vivir negando lo que somos porque nos perseguirá 
                  la esencia! 
                  Tú te fuiste al extremo, a rebelarte a lo duro, por algo 
                  de lo que no eras, ni 
                  nunca fuiste culpable y que aún te persigue… terrible 
                  venganza que te abrazaría 
                  y te haría un alma encarcelada a los débitos, 
                  paternos-maternos, en confusión. 
                  Ni siquiera pregonando y repitiendo: éramos muy felices, 
                  se logra saltar esta 
                  brecha infamante de las apariencias cómodas que escondían 
                  las tristezas. 
                  Las caras de los vivientes solapados, hablan de los rencores 
                  y los dolores… 
                  ¡Huir del monstruo no elimina a la bestia y aparecerá 
                  y aparecerá! 
                  ¿Qué sabes tú de tu vida? Si has andado 
                  caminando por los fangales, para ser o 
                  hacerte uno con los fangosos, para negar y evitar asumir lo 
                  que te pertenece. 
                  Haz obviado, con las excusas, lo que eres e intentado con fiereza, 
                  negar tu índole. 
                  Quieres que se adapte y adopte el disfraz de proscrito que no 
                  te pertenece, ni lo será. 
                  Se puede culpar a los padres, por generar tropiezos ingratos, 
                  se puede culpar a la 
                  familia, a la compañera o compañero, por tu vida, 
                  pero tu corazón, sabe la verdad. 
                  ¡El excentricismo como huida, sólo te aparta de 
                  tu naturaleza y te vuelves extraño a ti! 
                  En tu existencia, tú lo persigues inconsciente, para 
                  confirmar el guión creado, pautado 
                  y asumido desde niño y, sin saber cómo, ni dónde, 
                  comenzaste una guerra fraternal 
                  contigo mismo y con los referentes, destruyendo lo más 
                  amado y apreciado: la feminidad 
                  que hay en ti y que has ido vulnerando con vileza y, no te paras, 
                  no te detienes, sigues… 
                  ¿Crees que es aceptable hacer daño a la MUJER, 
                  porque la que plantó el germen 
                  de vida en tu alma de niño, consciente y presente, cerró 
                  los ojos para no hacer nada? 
                  ¡El niño no es responsable, sólo copia, 
                  pero el adulto puede leer y modificar a conciencia! 
                  Craso error, no se puede impunemente, matar a la Madre y al 
                  Padre, para vivir feliz 
                  ante esta realidad, tan cruel y bastarda, ese asesinato te cobrará 
                  la vida misma… 
                  Edipo reclamará su lugar y Electra el suyo y, no puedes 
                  escapar Ileso de tan ilusa 
                  confrontación, porque has perdido el equilibro, el centro 
                  de la esencia de ser 
                  hombre, hijo, esposo, padre, abuelo, amante, novio para convertirte 
                  en renegado… 
                  No se hace uno de una vida propia, destrozando las vidas de 
                  otros, pero si, creando. 
                  ¡Estamos condenados a heredar a nuestros padres, pero 
                  podemos REPARENTALIZAR! 
                  Toca crear desde, sí mismo la cuna que habitarás 
                  con gozo en las etapas de vida, que te 
                  corresponden vivir o morir, si este fuera el caso y, siempre 
                  lo es, vivimos y morimos… 
                  En cada crisis nos abraza la oportunidad del cambio, al renacer 
                  de las cenizas surge en 
                  nosotros de forma natural, la incipiente semilla del amor eterno 
                  que nunca muere… 
                  Pero, no se decreta el amor, se crea con conciencia, devoción, 
                  bondad, verdad, honestidad, 
                  incondicionalidad, aceptación, misericordia, compasión, 
                  respeto, perdón, fidelidad, etc., 
                  ¡Cuando tú creas, eres el único maestro 
                  y dueño de tu universo y, tendrás libertad!
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