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                Mis ojos sólo 
                  te miran y, algunas veces, 
                  te ven caminando a la deriva, sin poder 
                  detener esa marcha loca de la huida. 
                  No sé si huyes de mi o de ti, pero huyes. 
                  Quizás no es de mí, pero sí de tu querer. 
                  ¿A qué le temen tus ojos, es acaso a los míos? 
                  Si al menos te detuvieras a mirarme con esos 
                  ojos tuyos, los que escondes tras el cristal. 
                  Nada es tan nítido, ni tan real, si tienes que 
                  mirar tras el ventanal de lo prohibido. 
                  La osadía da temor… 
                  Pero, no cuando hay amor. 
                  ¿Qué tal quitarlos, un momento, para ver la luz? 
                  Y qué decir de tus labios, que hablan tan poco. 
                  De ellos, quisiera oír ese canto que intentas sacar. 
                  O tal vez, sea un triste llanto que quiere soltar sus 
                  presas alas, que luchan por echarse libres a volar 
                  ¿Qué escondes tras eso finos labios, qué 
                  tragas? 
                  Acaso podrías mirar a mis ojos y a mis labios, 
                  con unos ojos abiertos a la vida y a las promesas. 
                  Quizás, sólo quizás, te esperan los maravillosos 
                  colores que desde las flores te dé la primavera. 
                  ¡Los amores siempre son quimeras y algunos mueren 
                  en sus hogueras! 
                   
                  
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