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Meditar en tu amor, poma de Raiza N. Jimenez

MEDITAR EN TU AMOR


Intento encontrar el visaje oscuro de tu esquiva y lejana mirada.
Lo busco en la penumbra de este amanecer que no me pertenece
pero, que me invade como la niebla que hiela y oscurece mi visión.
Todo el entorno que recorro parece conspirar en contra de mis deseos
de hallarte entre las inmensos arbólales que todo lo invaden de hojas.
Me sigue el compungido bramido del solitario toro negro, que apenas
sabe pastar en esa inmensa y fría soledad que lo acompaña, sin pausa.
El me despierta como si quisiera la compañía de mi tristeza y dolor…
No quiere sentirse tan abandonado en su desdicha y en su soliloquio.
Lo miro por la ventana y solamente, veo su destierro, no su hambre.
Todo este sórdido paisaje me compunge y me subyuga de miedo.
Todo acá parece inhumano, tan implacable como vivir tu lejanía.
Me siento presa del destierro, la oscuridad, el silencio y soledad.
Estoy herida como un cóndor al que le han cortado sus bellas alas.
Intento, pero no lo logro, simular que vivo y me aíslo en oración.
Sé que todos notan mis ausencias vívidas, por el eco de mis rezos.
Nadie se atreve a pronunciar palabra o a interrumpir mi clausura.
Siempre mis meditaciones y mis largos silencios han sido lugares
venerados, para los que me conocen y nadie se atreve interrumpir.
No hay sonrisas, miradas, palabras, supuestos y el silencio es mío.
Estoy lejos, muy lejos de los tiempos y del espacio que nos separa.
Pero, sé, que nunca estuve más cerca de nadie que no estuviera…
Mi mente te ve y se pasea por tu alma, como si leyera una carta natal.
Allí estás, eres el mismo que construyó con sus versos y sus pinceles,
el más bello paisaje, donde yo coloco mi amor en reverencia sagrada.
Mi evocación es más fuerte que tu real ausencia, no te has ido ni lo
harás, porque matarías la más bella ilusión de perfección y virtud.
Tú ya no te perteneces, tampoco a mí, eres como una pluma que
vuela libre surcando los aires, para revivir en su corazón el ideal de
libertad que has acariciado desde el sacrílego sortilegio de tu cárcel.
 


Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras