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Encontré tus ojos, poema de Raiza N. Jimenez

ENCONTRÉ TUS OJOS


¡Hoy te busqué, en el vagabundeo de la noche
y te encontré camino a la nada!
No pude evadirme del deseo de ver al desnudo tu alma.
Quería verte, ver el color de tus ojos huidizos y que decían.
Así, los encontré asomados a una ventana de mustio cartón.
Casi sorprendidos por verme…se escondieron, se perdieron.
¡Y pensé, que triste destino para ese par de luceros! Perderse.
¡No hay grandeza en ocultar la belleza de esa mirada!
Fueron muchas las emociones que se hicieron eco
de este furtivo encuentro, pero te encontré pleno.
Te llegué a conocer por lo que dicen que eres y por
lo que tú, sin resistencias y al desnudo expones como
tu retrato físico, emocional y espiritual.
Era el retrato de tu esencia, esa que se ve en tu mirada.
¡Percatada estuve del porqué esos ojos no miran!
No me equivoqué cuando te delate´ ante mí, y ya eras.
Eras lo que presentía y lo que en unas precipitadas
Líneas te dibujé como el hombre de las epopeyas y
las luchas encausadas hacia la grandeza de las armas.
Poco o nada sabía de la maestría en el manejo de los
silicios amorosos y otros instrumentos de torturas que
pueden venir con vestiduras de amor y ternura, sin ser tal.
¡Tus ojos son dos faros que guían a lo oscuro, se esconden!
Cierto, que son las armas más letales, porque están envueltas
en las palabras, en versos, en rebeldía, en la seriedad y en la
lastimera e irreverente lisonja, que se deja caer en mentes
inertes, desprevenidas por la soledad , la tristeza, el desamor.
Esa caballería no puede encontrar resistencia posible, cuando se
camina en la oscuridad buscando una luz y esta se aparece…
¡Tus claros y seductores ojos son el señuelo de los desprevenidos!
Mujeres y un cementerio de amores y promesas inconclusas, te cercan.
Son los anhelos de encontrarse con esos amores tardíos lo que subyace.
Amores en las distancias y en las promesas de las oraciones y pedimentos
que se le hacen al que todo lo puede, para renacer otra vez en la vida.
Vida que ha sido truncada, engañada, maltratada y en sí, auto negada…
¡Al cerrar esos dos luceros verás pasar las almas en pena que reclaman!
Tus miradas, las improntas más seductoras llegaron teñidas por esos
Sentires insurrectos que brotan de cada uno de los poros de tu piel.
Piel tostada por los excesos de amores y desamores, alojos y desalojos.
Todo ello vino a encontrarse con otra piel curtida en el amor y la entrega.
Una que conoce al verdadero amor, cuando lo ve aunque todo esté
oscuro y el camino no se divise claramente, no se engaña. Sólo esquiva.
¡Tus ojos vieron mis ojos, pero yo he visto los tuyos a lo profundo y de frente!
¡No hay resistencia posible ante el amor que se ofrece, si es lo que
se está buscando, por el camino de la opacidad cómplice!

 


Página publicada por: José Antonio Hervás Contreras