Como 
                    no llamarte alma mía, si la busco y no la encuentro.
                    Sé qué ella sufre con indecibles dolores y, 
                    ahora, me toca.
                    Vivo en el desespero porque antes la llamaba y ella venía.
                    Dócil y sencilla, respondía a mis caricias y 
                    hoy se esconde,
                    para que no la aprecie, ni la vea padecer por tu desamor…
                    Cuanto dolor, cuanta malicia, tan sólo, por haberte 
                    amado.
                    Conservo tus cartas todas marchitas y ajadas por el llanto.
                    Quisiera poder recrearme en la fantasía de tanta metáfora.
                    Quisiera deshacerme de tanta ocurrencia loca y desenfrenada.
                    Pero, no puedo, son mis tesoros más aquilatados y sagrados.
                    Siempre me dijiste no: creas todo lo que escriben los poetas.
                    Pero, me olvidé del más punzante mensaje, eres 
                    un buen poeta.
                    Soy una mujer crédula porque, no cultivo ni acuno la 
                    mentira…
                    La vida me ha llevado por senderos tortuosos, pero soy creyente.
                    Creo en mi corazón que no miente y la mentirosa es 
                    mi razón.
                    Ante ti siempre me sentí como la más amable 
                    hetaira y lo era.
                    Fui tu compañera, confidente, amiga, ductora y tu inspiración…
                    Tantas veces, me he visto desnuda en la inclemencia de tu 
                    prosa.
                    He sido una Sofía revestida de la alquimia ancestral 
                    de la magia.
                    Y dotada. por divina gracia, con la intuición y el 
                    cetro de rectitud.
                    He caminado como un *ánima sola, por el laberinto de 
                    tu vida.
                    Sé que camino por un mundo de magia y misticismo con 
                    valor.
                    No ha sido vano mi destino en el arquetipo de una voz poética.
                    Los oráculos consintieron en otorgar a, esta mujer, 
                    tu animus y
                    a ti mi ánima, que es la vida misma y demanda de ti 
                    lo mejor…
                    No has querido ver, has cerrado los ojos y los oídos 
                    para no oír.
                    Por ello, afrontas el infierno de la duda perpetua y SOLO 
                    no eres.
                    Has rechazado a ultranza, honrar a la feminidad que hay en 
                    ti.
                    Te has condenado a vivir sin el misterio de la felicidad, 
                    que sólo te
                    será dado, en lo que más temes, entregar tu 
                    corazón sin la razón.
                    
                    
*El mismo Goethe en su Fausto, con intención 
                      de salvar su alma lanzó su célebre y certera 
                      frase: "el eterno femenino nos salva"… 
                      Ella es la vida